miércoles, agosto 24, 2016

Madre solo hay una

Todos tiene una madre, yo creo que tuve dos. Cuando era niña tengo recuerdos de una madre cariñosa, buena y que se desvivía por cuidarnos, de aquellas típicas madres abnegadas que aguantaban de todo y anteponían todo por sus hijos.
Sin embargo, también tengo recuerdos de otra madre, la que me decía que era mala, la que resaltaba mis defectos, la que me excluía de todo, la que me hacía sentir sus preferencias y; claramente no era yo la preferida.
Esa madre me ha perseguido hasta mi adultez, por lo que decidí alejarme de casa. Esa madre que me perseguía con su mirada para gritar si algo hacía mal, la que claramente se avergonzaba por como soy, la que se resignó a tener una hija como yo.
Tuve la fuerte convicción de hacerla cambiar de opinión, de hacer las cosas bien para que ella lo note y deje de pensar que soy la mala, la floja, la rebelde. Nunca lo logré. Me fui de casa derrotada y me olvidé de su sombra y fui yo completamente sin que me afecten más sus palabras. Esas palabras que repitió tanto que todos lo creyeron y hasta yo me la creí.
Liberada de ella, pude hacer muchas cosas sola. Evitaba verla para que no me juzgue en todo mi proceso, jamás obtuve un respaldo suyo ante nada y fue bueno para mí.
Aun cuando yo creía que ya no podía decir nada que me molestara, recuerdo claramente el día en que le dije que estaba embarazada, no quería decírselo y quise dejar que se entere por su cuenta, pero la bonita situación que estaba pasando, con todos los cariños y saludos afectuosos por la felicidad de mi embarazo, me hizo pensar que la alegraría: No fue así.
Fue muy fría y nuevamente me catapultó con sus palabras: "ya me imaginaba". No hubo felicidad para ella, supongo que tampoco tristeza porque eso no le afectaba en nada, excepto en la vergüenza de decírselo a su familia. Luego sus llamadas para preguntar como estaba eran solo para decir "ya ves así es el embarazo". En otras palabras, luego de muchos años de librarme de ella todavía podía decirme que siempre esperó que "metiera la pata" y que ahora me aguante. Nunca me felicitó, siempre pensó "ya me imaginaba que arruinaría su vida", porque otro significado no le puedo dar a lo que pasó.
Hoy pienso que tal vez yo no le agradaba mucho ¿por qué tendría que caerme bien mi hijo si su personalidad no es algo que me atraiga? ¿Solo por ser mi hijo debo llevarme bien? yo creo que eso pasaba. Ahora que tengo mi familia, ya dejó de pensar en mí y tampoco me visita mucho. Así es mejor.
Ahora que soy madre la entiendo un poco y la quiero porque sé que es muy duro ser mamá y se sacrifica mucho de uno mismo, tal vez por eso se volvió así conmigo. Pero aunque sacrificas todo cuando son bebés, cuando van creciendo, poco a poco sigues con tu vida y eso es lo que ella hizo y la química entre nosotros no fluyó, yo la quería tanto que quería que fuera feliz conmigo, que no pensara esas cosas de mí y me olvidé de vivir y ser como soy.
Mis dos mamás me enseñaron una gran lección.

El pequeño David

Cuando lo conocí yo estaba buscando amigos y él también. Cuando nos conocimos fuimos amigos inmediatamente. Mas adelante supe que él al igual que yo había entrado al grupo parroquial porque se sentía muy triste. Sus problemas básicamente eran de amor. Él era una persona muy sensible, muy tierna, muy graciosa y romántica era tan femenino que siempre pensé que era gay. Fuimos los mejores amigos y esa sensibilidad suya lo hizo quererme tanto que cuando lo "abandonaba" por un tiempo literalmente lloraba. Aunque nuestras distintas actividades nos alejaban cada vez mas siempre nos hacíamos de un pequeño tiempo para vernos y contarnos todos lo que nos había pasado en el tiempo que nos nos habíamos visto...casi siempre hablaba él.
David fue mi primer mejor amigo, creo que cubrió la falta que me hacía tener una mejor amiga.
Poco a poco y con los años pude saber un poco más de él, supe que cuando nos conocimos acababa de tener una decepción amorosa y que cuando empezamos a hablarnos creyó que se había enamorado de mí. Cuando me lo dijo lo hizo como siempre de ese modo tan peculiar: "yo creí que estaba enamorado de ti pero ya no, ahora sé que eres mi hermana", lo dijo con esa voz de pito que le quitaba cualquier tono masculino que le hayan dado al leer esa frase.
Poco a poco supe que era demasiado sensible para ser un hombre en este mundo. Cuando me contaba que tenía enamoradas pero no quería estar con ellas pensé que en el fondo era gay y todavía no lo sabía, con toda la confianza que nos teníamos le preguntaba si él no había pensado lo mismo, pero estaba seguro que no y creía que algún día encontraría a la mujer ideal para él.
Cuando quería saber sobre su familia él se cerraba y me era difícil entenderlo, aun no sé bien su historia, solo supe que los padres que creyó tener no eran sus padres.
Cuando me vine a vivir a Lima, siempre me asaltaba la duda si lo dejaría de ver para siempre y me reconfortaba encontrarlo, realmente me ponía contenta de verlo.
Un día se fue, así como llegó a mi vida, de repente, de improviso y sin avisar, lo llamé y le pregunté porque no se había despedido de mí y solo me dijo que no le gustaba despedirse que debía irse de Perú y que nunca volvería.
Ahora es feliz en ese otro país que él dice que es suyo porque acá lo trataron mal y nadie lo quiso ni lo ayudó como lo hacen ahora, cuando yo le increpo y le aclaró que acá todavía estoy yo me da falsas esperanzas para tranquilizarme diciendo que vendrá en el momento menos pensado. Pero siempre surge algún imprevisto y cancela todo.
Hoy estoy más segura que nunca que él no volverá, contra todos mis pronósticos será padre y está muy feliz, dice que era lo que siempre soñó y encontró a la mujer de sus sueños. su historia aun no me queda clara pero no me sorprende nada de él siempre fue muy reservado para algunas cosas.
Solo me quedan los recuerdos de nuestra amistad y nuestras locuras y tal vez...tal vez algún día yo vaya por él.

viernes, abril 29, 2016

Anestesia

Cuando era adolescente siempre quise estar enfermar y hospitalizada para captar la atención de todos, moría por ser operada y quedarme una semana en el hospital.
Nunca sucedió y toda esa idea loca se me pasó en mi adultez. Un día empecé a tener dolores muy fuertes que me mandaban al hospital, consulté a varios médicos y todos coincidían en que debía operarme y que se trataba de una operación muy sencilla.
Esta vez la idea no me gustó pues ahora sí me preocupaba el factor económico algo que de adolescente ni siquiera se me pasó por la cabeza.
Averigüé sobre la operación y en efecto se trataba de algo muy simple, esta vez a diferencia de cuando era niña no quise que nadie sepa, fui a hacerme los exámenes y chequeos de rutina, a descartar ciertos quistes que tenía en el hígado y todo salió bien entonces fije la fecha para mi operación.
El día de la operación me sentía muy nerviosa, apagué mi celular para no recibir llamadas y me vi toda la mañana los capítulos de The Walking Dead de puro nerviosismo y de paso fui al baño como cien veces, salí muy temprano para internarme y creo que salí demasiado temprano porque no conocía la clínica a la que iba a ir, solo seguí las recomendaciones de mi doctor.
Cuando llegué llené y firmé muchos papeles donde en resumen yo me hacía cargo de todo y que la clínica no se hacía responsable. Como había ido de forma particular con mi médico si algo me pasaba era solo culpa del médico.
Firmé y me senté pensando en mi hijo y esperando que no se dé cuenta que ese día estaría ausente en la casa.
Cuando empezaron a hacerme los chequeos de rutina antes de la operación andaba un poco atolondrada como siempre que paso por algo nuevo. Creo que a las enfermeras les di pena por mi cara de susto porque me hablaban mucho.
Espere unos minutos más y ya todo estaba listo para adelantar mi operación…entré a una sala a desvestirme toda y despintarme las uñas, “puta madre” pensé con lo que me costó pintarme un día antes para no salir de la clínica como enferma.
Días antes de mi operación fui preparando mis cosas, mis cuentas, mis deudas, me corté y teñí el cabello pues ya no podría hacerlo hasta un mes después.
Cuando estuve en la sala y vi la luz que estaba encima de mí recordé la película “Anestesia” y pensaba en qué pasaría si me pasaba lo mismo si podía sentir todo el dolor y no podía moverme. O qué tal que no me despertaba más… se me cruzaba por la cabeza muchas cosas mientras trataba de mirar todo lo que había en esa sala.
Yo me encontraba en una camilla, sobre mí había una luz muy potente a mi lado había un monitor y unos aparatos con suero o algo que me estaban inyectando, había un doctor que tal vez era el anestesiólogo, a mi otro costado estaba un enfermero que parecía solo esperar a que inicie la operación, detrás de mí había un monitor de tv y al frente estaba mi doctor y en la pared un gran crucifijo…lo vi y le dije mentalmente “solo has lo que sea lo mejor para mi hijo”.
Cuando el anestesiólogo me inyectaba algo en la vena me decía “vas a sentir muchos mareos” y yo como siempre tengo prisa en todo pensaba “pero si no me pasa nada” como un minuto después todo en el techo daba vueltas con una fuerza increíble, “a qué hora me duermo pensaba” tenía prisa por saber qué se sentía estar anestesiada. Los doctores seguían hablando no sé de qué y yo seguía con los pies fríos de tanto nerviosismo. El doctor me vendó los pies para que no me siga enfriando y me dijo que no estuviera nerviosa.
Luego sentí que el anestesiólogo me estaba inyectando algo al tubito que tenía en la mano pero nadie me decía qué era. Hasta que mi doctor se dio cuenta y me dijo “vas a empezar a sentir sueño” yo miraba la luz pensando qué pasaría, se me cerraban los ojos y la segunda vez que parpadeé ya no tuve más recuerdos.
Luego desperté porque mi cuerpo saltaba con mucha fuerza, no veía nada pero escuché una voz que me gritaba “Elizabeth, tranquila ya te operamos” y todos mis recuerdos regresaron en ese momento, recordé que estaba operada y no debía moverme porque me podía “romper”. Luego dormí nuevamente y cuando abrí los ojos no veía bien pero si escuchaba, escuchaba a mi esposo y al doctor hablar que todo había salido bien. Escuchaba a una señora quejándose y no podía ver donde estaba, mi visión aun no regresaba. Luego creo que volví a dormir y volvía a escuchar sonidos, esta vez fueron gritos de un joven que por los efectos de la anestesia se retorcía con fuerza y tuvieron que amarrarlo. Cerraba los ojos y despertaba nuevamente y seguían con el joven y las enfermeras hablaban con el médico indicando que se iba a lastimar, creo que empecé a despertar mejor y una enfermera me vio moverme y dijo que ya me pasarían al cuarto.
Me llevaron con la camilla por unos pasillos hasta llegar a un ascensor y me trasladaron a la cama allí vi a mi esposo con cara de preocupado. Le pedí que me pasara mi libreta de apuntes ya que sabía que no podría hablar y le escribí que estaba bien.

Poco a poco me sentí más lúcida, solo con mucha sed pero al otro día volví a casa como si nada hubiera pasado.