viernes, abril 29, 2016

Anestesia

Cuando era adolescente siempre quise estar enfermar y hospitalizada para captar la atención de todos, moría por ser operada y quedarme una semana en el hospital.
Nunca sucedió y toda esa idea loca se me pasó en mi adultez. Un día empecé a tener dolores muy fuertes que me mandaban al hospital, consulté a varios médicos y todos coincidían en que debía operarme y que se trataba de una operación muy sencilla.
Esta vez la idea no me gustó pues ahora sí me preocupaba el factor económico algo que de adolescente ni siquiera se me pasó por la cabeza.
Averigüé sobre la operación y en efecto se trataba de algo muy simple, esta vez a diferencia de cuando era niña no quise que nadie sepa, fui a hacerme los exámenes y chequeos de rutina, a descartar ciertos quistes que tenía en el hígado y todo salió bien entonces fije la fecha para mi operación.
El día de la operación me sentía muy nerviosa, apagué mi celular para no recibir llamadas y me vi toda la mañana los capítulos de The Walking Dead de puro nerviosismo y de paso fui al baño como cien veces, salí muy temprano para internarme y creo que salí demasiado temprano porque no conocía la clínica a la que iba a ir, solo seguí las recomendaciones de mi doctor.
Cuando llegué llené y firmé muchos papeles donde en resumen yo me hacía cargo de todo y que la clínica no se hacía responsable. Como había ido de forma particular con mi médico si algo me pasaba era solo culpa del médico.
Firmé y me senté pensando en mi hijo y esperando que no se dé cuenta que ese día estaría ausente en la casa.
Cuando empezaron a hacerme los chequeos de rutina antes de la operación andaba un poco atolondrada como siempre que paso por algo nuevo. Creo que a las enfermeras les di pena por mi cara de susto porque me hablaban mucho.
Espere unos minutos más y ya todo estaba listo para adelantar mi operación…entré a una sala a desvestirme toda y despintarme las uñas, “puta madre” pensé con lo que me costó pintarme un día antes para no salir de la clínica como enferma.
Días antes de mi operación fui preparando mis cosas, mis cuentas, mis deudas, me corté y teñí el cabello pues ya no podría hacerlo hasta un mes después.
Cuando estuve en la sala y vi la luz que estaba encima de mí recordé la película “Anestesia” y pensaba en qué pasaría si me pasaba lo mismo si podía sentir todo el dolor y no podía moverme. O qué tal que no me despertaba más… se me cruzaba por la cabeza muchas cosas mientras trataba de mirar todo lo que había en esa sala.
Yo me encontraba en una camilla, sobre mí había una luz muy potente a mi lado había un monitor y unos aparatos con suero o algo que me estaban inyectando, había un doctor que tal vez era el anestesiólogo, a mi otro costado estaba un enfermero que parecía solo esperar a que inicie la operación, detrás de mí había un monitor de tv y al frente estaba mi doctor y en la pared un gran crucifijo…lo vi y le dije mentalmente “solo has lo que sea lo mejor para mi hijo”.
Cuando el anestesiólogo me inyectaba algo en la vena me decía “vas a sentir muchos mareos” y yo como siempre tengo prisa en todo pensaba “pero si no me pasa nada” como un minuto después todo en el techo daba vueltas con una fuerza increíble, “a qué hora me duermo pensaba” tenía prisa por saber qué se sentía estar anestesiada. Los doctores seguían hablando no sé de qué y yo seguía con los pies fríos de tanto nerviosismo. El doctor me vendó los pies para que no me siga enfriando y me dijo que no estuviera nerviosa.
Luego sentí que el anestesiólogo me estaba inyectando algo al tubito que tenía en la mano pero nadie me decía qué era. Hasta que mi doctor se dio cuenta y me dijo “vas a empezar a sentir sueño” yo miraba la luz pensando qué pasaría, se me cerraban los ojos y la segunda vez que parpadeé ya no tuve más recuerdos.
Luego desperté porque mi cuerpo saltaba con mucha fuerza, no veía nada pero escuché una voz que me gritaba “Elizabeth, tranquila ya te operamos” y todos mis recuerdos regresaron en ese momento, recordé que estaba operada y no debía moverme porque me podía “romper”. Luego dormí nuevamente y cuando abrí los ojos no veía bien pero si escuchaba, escuchaba a mi esposo y al doctor hablar que todo había salido bien. Escuchaba a una señora quejándose y no podía ver donde estaba, mi visión aun no regresaba. Luego creo que volví a dormir y volvía a escuchar sonidos, esta vez fueron gritos de un joven que por los efectos de la anestesia se retorcía con fuerza y tuvieron que amarrarlo. Cerraba los ojos y despertaba nuevamente y seguían con el joven y las enfermeras hablaban con el médico indicando que se iba a lastimar, creo que empecé a despertar mejor y una enfermera me vio moverme y dijo que ya me pasarían al cuarto.
Me llevaron con la camilla por unos pasillos hasta llegar a un ascensor y me trasladaron a la cama allí vi a mi esposo con cara de preocupado. Le pedí que me pasara mi libreta de apuntes ya que sabía que no podría hablar y le escribí que estaba bien.

Poco a poco me sentí más lúcida, solo con mucha sed pero al otro día volví a casa como si nada hubiera pasado.

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