Cuando era adolescente siempre
quise estar enfermar y hospitalizada para captar la atención de todos, moría
por ser operada y quedarme una semana en el hospital.
Nunca sucedió y toda esa idea
loca se me pasó en mi adultez. Un día empecé a tener dolores muy fuertes que me
mandaban al hospital, consulté a varios médicos y todos coincidían en que debía
operarme y que se trataba de una operación muy sencilla.
Esta vez la idea no me gustó pues
ahora sí me preocupaba el factor económico algo que de adolescente ni siquiera
se me pasó por la cabeza.
Averigüé sobre la operación y en
efecto se trataba de algo muy simple, esta vez a diferencia de cuando era niña
no quise que nadie sepa, fui a hacerme los exámenes y chequeos de rutina, a
descartar ciertos quistes que tenía en el hígado y todo salió bien entonces
fije la fecha para mi operación.
El día de la operación me sentía
muy nerviosa, apagué mi celular para no recibir llamadas y me vi toda la mañana
los capítulos de The Walking Dead de puro nerviosismo y de paso fui al baño
como cien veces, salí muy temprano para internarme y creo que salí demasiado
temprano porque no conocía la clínica a la que iba a ir, solo seguí las
recomendaciones de mi doctor.
Cuando llegué llené y firmé
muchos papeles donde en resumen yo me hacía cargo de todo y que la clínica no
se hacía responsable. Como había ido de forma particular con mi médico si algo
me pasaba era solo culpa del médico.
Firmé y me senté pensando en mi
hijo y esperando que no se dé cuenta que ese día estaría ausente en la casa.
Cuando empezaron a hacerme los
chequeos de rutina antes de la operación andaba un poco atolondrada como
siempre que paso por algo nuevo. Creo que a las enfermeras les di pena por mi
cara de susto porque me hablaban mucho.
Espere unos minutos más y ya todo
estaba listo para adelantar mi operación…entré a una sala a desvestirme toda y
despintarme las uñas, “puta madre” pensé con lo que me costó pintarme un día
antes para no salir de la clínica como enferma.
Días antes de mi operación fui
preparando mis cosas, mis cuentas, mis deudas, me corté y teñí el cabello pues
ya no podría hacerlo hasta un mes después.
Cuando estuve en la sala y vi la
luz que estaba encima de mí recordé la película “Anestesia” y pensaba en qué
pasaría si me pasaba lo mismo si podía sentir todo el dolor y no podía moverme.
O qué tal que no me despertaba más… se me cruzaba por la cabeza muchas cosas
mientras trataba de mirar todo lo que había en esa sala.
Yo me encontraba en una camilla,
sobre mí había una luz muy potente a mi lado había un monitor y unos aparatos
con suero o algo que me estaban inyectando, había un doctor que tal vez era el
anestesiólogo, a mi otro costado estaba un enfermero que parecía solo esperar a
que inicie la operación, detrás de mí había un monitor de tv y al frente estaba
mi doctor y en la pared un gran crucifijo…lo vi y le dije mentalmente “solo has
lo que sea lo mejor para mi hijo”.
Cuando el anestesiólogo me
inyectaba algo en la vena me decía “vas a sentir muchos mareos” y yo como
siempre tengo prisa en todo pensaba “pero si no me pasa nada” como un minuto
después todo en el techo daba vueltas con una fuerza increíble, “a qué hora me
duermo pensaba” tenía prisa por saber qué se sentía estar anestesiada. Los
doctores seguían hablando no sé de qué y yo seguía con los pies fríos de tanto
nerviosismo. El doctor me vendó los pies para que no me siga enfriando y me
dijo que no estuviera nerviosa.
Luego sentí que el anestesiólogo
me estaba inyectando algo al tubito que tenía en la mano pero nadie me decía
qué era. Hasta que mi doctor se dio cuenta y me dijo “vas a empezar a sentir
sueño” yo miraba la luz pensando qué pasaría, se me cerraban los ojos y la
segunda vez que parpadeé ya no tuve más recuerdos.
Luego desperté porque mi cuerpo
saltaba con mucha fuerza, no veía nada pero escuché una voz que me gritaba
“Elizabeth, tranquila ya te operamos” y todos mis recuerdos regresaron en ese
momento, recordé que estaba operada y no debía moverme porque me podía
“romper”. Luego dormí nuevamente y cuando abrí los ojos no veía bien pero si
escuchaba, escuchaba a mi esposo y al doctor hablar que todo había salido bien.
Escuchaba a una señora quejándose y no podía ver donde estaba, mi visión aun no
regresaba. Luego creo que volví a dormir y volvía a escuchar sonidos, esta vez
fueron gritos de un joven que por los efectos de la anestesia se retorcía con
fuerza y tuvieron que amarrarlo. Cerraba los ojos y despertaba nuevamente y
seguían con el joven y las enfermeras hablaban con el médico indicando que se
iba a lastimar, creo que empecé a despertar mejor y una enfermera me vio
moverme y dijo que ya me pasarían al cuarto.
Me llevaron con la camilla por
unos pasillos hasta llegar a un ascensor y me trasladaron a la cama allí vi a
mi esposo con cara de preocupado. Le pedí que me pasara mi libreta de apuntes
ya que sabía que no podría hablar y le escribí que estaba bien.
Poco a poco me sentí más lúcida,
solo con mucha sed pero al otro día volví a casa como si nada hubiera pasado.
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