Cuando duerme lo miro y lo amo tanto. Cuando despierta temprano y llora siento que lo odio.
Salgo a buscar sus pañales, a preparar su jugo y me desespero porque debo lavarle la ropa, cocinarle, bañarlo, cambiarlo, darle de comer cada tres horas, hacerlo dormir y se me va el día sin que yo pueda descansar. Me lleno de amargura. Me siento frustrada al ver que no puedo hacer todo lo que quiero.
Cuando me abraza, se ríe conmigo y se siente feliz de que esté a su lado me olvido de todo y yo también me vuelvo feliz. Tomo nuevas fuerzas para darle todo lo que necesite.
jueves, diciembre 02, 2010
miércoles, diciembre 01, 2010
Un pequeño amor
Cuando lo vi sentí que debía quererlo más, es lo que se acostumbra...pero aún no sentía ese amor avasallador.
Fueron nueve meses en que no fluyó ese sentimiento natural y cuando llegó lo vi lindo pero todavía sentía que no era mio.
"Bésalo" me dijo la enfermera y lo tuve que besar con un poco de verguenza porque no me gusta que me impongan la forma de dar amor.
Cuando se lo llevaron no lo extrañé, cuando me dijeron que pasaría un día en incubadora tampoco. El segundo día que no me lo pude llevar sentí mucha tristeza. El tercer día lo vi tan bello y fui feliz porque faltaba poco para llevarlo. El cuarto día lo vi tan solo que lloré. El quinto día lo extrañé tanto. El sexto día sentía que no podía más. El sétimo día me encontraba en tal desesperación por tenerlo a mi lado que quise llevarmelo a la fuerza. El octavo día no soporté más y lo saqué de allí y nos fuimos a casa a SU casa.
Todo lo que no logró hacer el instinto en nueve meses lo hizo mi pequeño gran amor en ocho días.
Al octavo día ya lo amaba como deben amar las madres sin importar el dolor y el cansancio con tal de que se sienta bien y cómodo. Era tan frágil, pequeño y dulce...era tan mio.
Hoy, a los ocho meses sigue siendo tan frágil, pequeño y dulce y ya no lo puedo amar más porque es algo imposible, es un amor impresionante lo que se siente y aunque en mí no parezca realmente yo haría lo que sea por ese pequeño nene.
No me importa demostrarlo a los demás, yo sé que lo amo hasta la locura y sé que él también lo siente.
Se abraza a mi pecho buscando todo: alimento, calor, sueño, caricias. Y yo le ofrezco todo.
Me mira y se ríe esperando que le sonría para ser feliz y jugar tranquilo.
Busca mis brazos para sentirse seguro y poder entregarse al sueño, confía plenamente en mí.
Por las noches si se quiere despertar basta con mirarme entre sueños para que sonría y vuelva a dormir tranquilo.
Y aún no me explico como alguien tan pequeño puede ser fuente de tanto amor.
Fueron nueve meses en que no fluyó ese sentimiento natural y cuando llegó lo vi lindo pero todavía sentía que no era mio.
"Bésalo" me dijo la enfermera y lo tuve que besar con un poco de verguenza porque no me gusta que me impongan la forma de dar amor.
Cuando se lo llevaron no lo extrañé, cuando me dijeron que pasaría un día en incubadora tampoco. El segundo día que no me lo pude llevar sentí mucha tristeza. El tercer día lo vi tan bello y fui feliz porque faltaba poco para llevarlo. El cuarto día lo vi tan solo que lloré. El quinto día lo extrañé tanto. El sexto día sentía que no podía más. El sétimo día me encontraba en tal desesperación por tenerlo a mi lado que quise llevarmelo a la fuerza. El octavo día no soporté más y lo saqué de allí y nos fuimos a casa a SU casa.
Todo lo que no logró hacer el instinto en nueve meses lo hizo mi pequeño gran amor en ocho días.
Al octavo día ya lo amaba como deben amar las madres sin importar el dolor y el cansancio con tal de que se sienta bien y cómodo. Era tan frágil, pequeño y dulce...era tan mio.
Hoy, a los ocho meses sigue siendo tan frágil, pequeño y dulce y ya no lo puedo amar más porque es algo imposible, es un amor impresionante lo que se siente y aunque en mí no parezca realmente yo haría lo que sea por ese pequeño nene.
No me importa demostrarlo a los demás, yo sé que lo amo hasta la locura y sé que él también lo siente.
Se abraza a mi pecho buscando todo: alimento, calor, sueño, caricias. Y yo le ofrezco todo.
Me mira y se ríe esperando que le sonría para ser feliz y jugar tranquilo.
Busca mis brazos para sentirse seguro y poder entregarse al sueño, confía plenamente en mí.
Por las noches si se quiere despertar basta con mirarme entre sueños para que sonría y vuelva a dormir tranquilo.
Y aún no me explico como alguien tan pequeño puede ser fuente de tanto amor.
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