Y que les puedo decir hoy, faltan como dos semanas para que termine mi promesa. El 31 de octubre volveré a comer chocolates como siempre. A veces me dan ganas de comerme uno aunque sea chiquito, pero siempre hay consecuencias por romper promesas. A veces me gustaría ser como Sabina y decir "las mejores promesas son esas que no hay que cumplir", pero sé de las consecuencias catastróficas que ocurren cuando uno promete sólo porque sí.
Recuerdo muy bien la historia que un amigo me contó, recalcándome que nunca debía romper una promesa. La historia decía más o menos así:
Hace muchos años en una ciudad que tal vez ya no existe, existía un reino que perdió una guerra. En consecuencia, éstos debían ofrecer cada año a 100 personas que servirían de alimento a una bestia que se hallada encerrada en un laberinto. Esta bestia era un minotauro, resultado de la unión de la reina con un toro, la reina había sido víctima de un hechizo por venganza a su esposo, y quedó prendada del toro a quien salía a mirar todas las noches, hasta que acudió ala persona que solucionaba todo en el reino y le pidió que la ayudara a ser tomada por el toro, al principio este se negó pero en su afán de querer demostrar que todo lo podía, aceptó. De allí nació esa terrible criatura a la que encerraron en un laberinto y la que año tras año alimnetaban con las personas de la otra ciudad donde estaba establecido, el reino derrotado.
El hijo del rey, al ver cómo moría tanta gente de su pueblo, le pidió a su padre que lo enviara junto a toda la gente porque él derrotaría al minotauro, ante tanta súplica e intentando hallar una solución el rey aceptó y envío a su hijo a enfrentarse al minotauro. Pero antes de que partiera la barca el anciano padre le pidió: "Hijo mío, estaré tan triste y con tanta angustía todo el tiempo que estés lejos, por favor para aminorar este sufrimiento, si sales vivo de allí y regresas, prende una vela en la embarcación así cuando a lo lejos vea una vela encendida sabré que estás vivo y me aliviaré más pronto" el hijo que amaba tanto a su padre, le prometió que así sería y que regresaría vivo.
Cuando hubo llegado al otro reino, conoció a la hija del otro rey y al verla tran hermosa, intentó conquistarla y le contó su secreto. Ella que también quedó prendada de él, aceptó ayudarlo pero en cambio le dijo: "Yo te ayudaré a escapar de aquí cuando acabes con el minotauro, pero debes prometer llevarme contigo a tu reino, pues cuando sepan que te ayudé, aquí ya no me querrán"
Él, le prometió que así sería, pues la amaba, y se enrumbó hacía el laberinto.
Una vez derrotado al minotauro, la joven esperaba por él y juntos se embarcaron hacía el otro reino. Ya en el camino, el joven pensaba los problemas que acarrearía al reino y a la ciudad entera si llegaba con ella, tal vez empezaría una nueva guerra, pero le gustaba tanto. Sin embargo, amaba tanto a su padre que no quería hacer nada que le trajera problemas.
Cuando llegaron a una isla, él bajó con ella le dijo que se casaría con ella pero que no podía esperar más y le hizo el amor, ella aceptó porque él prometió casarse con ella. Pero una vez terminado el acto, él la abandonó en la isla.
En el camino la pasó tan feliz por la hazaña de haber terminado con el minotauro, que olvidó prender la vela. Cuando ya se acercaban, su padre al ver que no había ninguna vela encendida, embriagado de dolor corrió hacía el fondo del mar y se ahogó.
Al llegar el hijo y enterarse de la noticia supo que todo había sido causado por ir rompiendo promesas. Luego se desencadenaría otra guerra.
Tal vez hayan reconocido alguna historia mitológica algo enrevesada, pero así la escuché yo y así me gusta recordarla. Así que no debemos andar haciendo promesas sólo porque sí, ni andar rompiéndolas cuando queramos. Siempre hay que cumplir las promesas... aunque cuesten tanto a veces.