A veces cuando pienso en mi niñez me pregunto sí todos sentirán lo mismo que yo. Esa sensación de que todo duraba más, de que todo era más grande, la casa, los padres, los días, los años...en fin de que bastó que el dueño de los recuerdos creciera para que todo el mundo cambiara.
Me veo de niña durmiendo entre papá y mamá, ellos riendo, hablando conversando, yo hablando como gente adulta, ellos escuchándome. Me veo amaneciendo junto a ellos, veo a mi madre levantándose a preparar el desayuno, veo a mi padre viendo caricaturas conmigo.
Recuerdo la escena de los domingos cuando todos entraban al dormitorio de mis papás y se sentaban en la cama y en las sillas a ver "El gato Félix" todos juntos.
Recuerdo lo largas que eran las semanas y lo grandes que eran todos, todos eran "señoras" o "señores", no existían los jóvenes o los adolescentes.
Recuerdo que los días anteriores a mi cumpleaños duraban años, y la víspera era tortuosa y más cuando no podía dormir. Las vísperas a algún viaje eran igual, no podía dormir de la emoción.
Ahora todo ha cambiado, los días vuelan, los padres hasta se han vuelto más pequeños, no hay tiempo para pasar unas horas viendo algún programa juntos, no conversan toda la madrugada como antes y yo ya no despierto entre ellos. Me pregunto si el mundo está avanzando más rápido y si los niños de ahora siente lo mismo que yo sentí hace mucho.